Silencio, se escribe

29 de abril de 2009

El peligro número uno de estar solo es la más que probable aparición del aburrimiento. A uno le da por pensar, algo chungo en estos tiempos. La familia, el trabajo (y/o estudios), las chicas... esos tres ángulos que forman el Triángulo de los Problemas. Ríete del de las Bermudas... Por qué hice esto. Por qué no dije lo otro. En qué estaría pensando. Ójala estuviese aquí. Cuándo volveré a verle. Qué pinto yo aquí. Preguntas que van y vienen a una velocidad que no hace más que confirmar lo complicado de la mente humana. Somos un Ferrari conducido la mayoría de las veces por un conductor novel. No somos conscientes de la capacidad que nosotros mismos tenemos para hacer algo hasta que el momento justo de hacerlas ha pasado. Entonces, en ese preciso instante, llegan los oscuros pensamientos. Esos silencios que llegan a ser atronadores, ensordecedores.


En esas estaba yo hoy, en un rincón perdido del mundo. Lejos de todo y de todos, en el contexto propicio para darle vueltas al coco innecesariamente cuando me he dicho... venga, un blog. Un sitio donde acudir y dale forma a esos silencios. Eso que uno se calla mientras los otros esperan que hable o aquello que te apetece decir cuando nadie ecucha.

Silecio, se escribe.

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